miércoles, junio 13, 2007

naranja entera limón partido, abre la puerta que soy un niño

He pasado el día completo con mi hijo Matías.

No sólo hemos conversado largo y tendido sobre política, mujeres y fútbol; también hemos visto una película de orson welles en blanco y negro llamada "El Proceso". Por si fuera poco, cerramos la tarde escuchando música clásica: la flauta mágica de mozart, para elisa de beethoven y un vals de shubert cuyo nombre no recuerdo o no quiero acordarme pero que nos gustó mucho. Todas estas actividades las he disfrutado mucho en su compañía, pero ninguna resultó tan gratificante como recostarlo en mis rodillas, meter el biberón en su boca y hacerle beber sus tres onzas de leche formula que a veces utilizamos cuando su mamá no está en casa.

Veo su rostro cargado de placer al sorber la leche del biberón, hacienddo un ruido extraño y repetido: chuc chuc chuc. Como el biberón está inclinado con la base hacia arriba y el chupón hacia abajo, se levantan burbujas espumosas y poco a poco el nivel de la leche va disminuyendo. Tres onzas...dos onzas... una onza... hasta que se acaba. Entonces Matías llega a chupar solo aire. Cuando eso ocurre pega un grito terrible en señal de protesta.

Hay que prerarar un poco más, entonces.

Matías tiene veinte días de haber nacido en un hospital del Callao. Midió 51 cmts y pesó 3 600 gramos. Es hincha del Boys (hasta ahora) y está restando el tiempo que falta para que llegue diciembre y nazca su primo Yordan, hijo primogénito de su tío Víctor, para que juntos vayan a jugar al parque.


Tiene ojos café, nariz recta y cejas pobladas. Sus labios son delgados, sinuosos y rosados. Quienes nos conocen dicen que la forma de los ojos los heredó de su madre. El mentón y la boca, de su progenitor. Sus manos son ahora anchas y tiene dedos largos. Cuando nació en cambio, estaban muy arrugadas y por eso le pusimos como primer sobrenombre "el abuelo". Y "el abuelo" me ha permitido descubrir nuevas facetas, nuevas experiencias y nuevas emociones tan intensas como diversas.

Ser padre es una cosa bien loca.

Hace 20 veinte días que duermo menos pero disfruto más.

Y no es que uno no pierda la cordura algunas veces cuando la paciencia no abunda. Pero en esos momentos es cuando me recuerdo que estuve en la sala de parto, viéndo su lucha por salir victorioso a la vida de este mundo, oyendo su llanto enérgico -que en ese momento me llenó de orgullo y ahora ya me mortifica- y sobretodo recordando cuando tomé la tijera y corté el cordón umbilical que lo independiza de la madre y lo convierte en ciudadano.

Pequeño, Matías. Aunque esta nota habla más de ti que de mí, créeme; al hecerlo, estoy escribiendo sobre mí.


2 comments:

Blogger Jorge Luis Chamorro said...

camarada, q bueno q estés pasando lo mismo que yo... ser padre es lo máximo, ahora viene lo bueno, un beso pal chato matias
jorge chamorro y adrián ale

5:41 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

ola me gustaria jugar al pie e la letra tengo 13 años sol keria kantar una kaancion paa mi madre ke esta en el hospital solo un dia por favor aunke sea menos de edad pede venir mi padre kn migo por favor llamadme a este numero 652582530
muas gracias espero vuestra respuesta

5:00 a. m.  

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