miércoles, octubre 29, 2003

MAR

Las velas de un barco en un lugar cualquiera se han extendido
Y en su plataforma
Un hombre de arena gira su cabeza interminable
Buscando una piedra que no existe.

Quilca trajo la cultura a la civilizacion

Aquí en Perú hay un boulevard llamado jirón Quilca donde uno puede conseguir los más variados libros a precios cómodos . En realidad, Quilca es una calle con una pista estrecha y lombricienta, cuyos extremos están poblados por libreros, muchos libros piratas y uno que otro original.

Como había libros, se le ocurrió a alguien llamarlo la calle de la cultura y pues la cultura se apareció no sólo con páginas impresas sino también con música, simulacros de teatro y alguno que otro fumoncito que prendía se yerbita en nombre de la cultura.

También los punks pululan por esa cuadra y con su ropa descachalandrada desafían el orden establecido y contribuyen a culturizar más este país. Una vez vi uno que caminaba en pleno verano y vestía no sólo sus cadenas y aretes de ley, sino un short de jean cortado, una camisa de manga larga color rosado y unas chancas enormes que parecían haber dado la vuelta al mundo varias veces. Imaginé esa pezuña y tuve un mareo.

Los personajes que visitan Quilca son intelectuales. No ven películas de Hollywood, tienen su polo del che Guevara y siempre que discuten de cine mencionan a Almodóvar. Son misios y los sábados por la noche chupan tragos caneros de color rosado en botellas de plástico e intentan ingresar gratis a conciertos subtes que ahí se organizan pero con entradas que cuestan dos soles, demasiado costosas para la gentita. Los sábados por la noche me doy una vueltita por ese lugar y de alguna manera también me siento parte de ese dizque boulevard.