viernes, febrero 11, 2005

Los García-Blásquez y la Memoria de mi Madre

Se me ocurrió hacer un árbol sobre mi familia materna y este fue el resultado de preguntas y averiguaciones de por aquí y por allá.

¿Qué hago yo aquí?

Quizá deba responder esta pregunta contándoles una memoria, no precisamente mía, sino de mi madre, pero necesaria e instructiva para explicar mis orígenes y las casualidades que confluyeron para que yo esté escribiendo aquí, en este momento.

No hubiera estado escribiendo este texto si no hubiese nacido el 7 de octubre de ese año bisiesto. No estaría aquí, si mi madre doña Nelly García-Blásquez Palacios, no hubiese llegado al mundo en ese pueblo mágico de Ayacucho, donde la gente prefiere tocar guitarra a cualquier otra actividad en el mundo.

No hubiera nacido, ni escribiría este texto, si el padre de mi madre, don Enrique García-Blásquez Arriarán no hubiera visto la luz de este mundo en la cocina de su casa, donde una comadrona lo recibió en sus manos y comprobó que el muchacho estaba sanito y bueno.

No hubiera podido escribir esta historia si el padre del padre de mi madre don Víctor García-Blásquez Galán no hubiese nacido en aquel pueblito español y como buen aventurero se haya decidido venir al Perú, buscando fortuna al mejor estilo de su paisano Francisco Pizarro.

No estaría aquí, si una vez llegado al Perú, don Víctor, mi bisabuelo, no se hubiera decidido por Ayacucho en lugar de Cajamarca para establecerse. Tampoco estaría aquí si el senor español, no hubiese conocido a doña Margarita. Y menos, si no se hubiesen enamorado lo suficiente como para hacerse a la aguas del matrimonio. No estaría aquí si de ese matrimonio no hubiesen nacido Miguel, Demetrio, Federico, Teodosia, Victoria, Enrique, Rigoberto, Eleodoro, Tomás y Matilde.

No existiría si los nueve hermanos de Enrique, mi abuelo, no lo hubieran apoyado en su loca decisión de casarse con la maestrita de la escuela fiscal, llamada Eulogia Palacios. No estaría si no hubiesen abogado por él contra la autoridad del padre. Tampoco si Enrique (qué loco Enrique) desobedeciendo no se hubiese escapado de la cárcel donde, por orden de su padre, don Víctor, lo habían encerrado hasta que se le pase la fiebre del amor.

Menos estaría aquí si doña Eulogia Palacios no hubiese sido hija de un héroe peruano de la Guerra con Chile, quien acompañó al Brujo de los Andes, Andrés Avelino Cáceres, en sus campañas y sobrevivió de milagro a una masacre a manos del enemigo. Menos todavía, si Eulogia no hubiera desistido de su vocación para ser monja gracias a las galanterías de Enrique, quien logró convencerla de casarse a escondidas y a lo loco y que de esa unión resulten siete hermanos: Yolanda, Vilma, Juan, Nelly, Julio y los dos pequeñitos que tuvieron un paso breve por esta vida: el Aquilitos y la Juanita.

No se hubiera escrito una línea de esto si los cuatro hermanos de Nelly, mi madre, no la apoyaban en su decisión de casarse con el maestro, llamado Genaro Falcón. Ni una línea si no se hubiesen conocido en una huelga del Sutep del año 1973, enfrentando la dictadura del general Velasco (¿será por eso madre, que te gustan tanto las manifestaciones?) y si esquivando gases lacrimógenos y los chorros de agua de los camiones rompemanifestasiones no los hubiese presentado ese amigo en común.

Para que esta historia se siga escribiendo era necesario que Nelly, maestra de primaria, lectora incansable de literatura rusa y fanática del teatro, sucumba a las frases de amor que, su colega y compañero de luchas Genaro, con fama de pendejito y fiestero, la hicieron desistir de hacerse monja en el convento del Sagrado Corazón.

Es así, como se estructura, de manera resumida y epígráfica, el árbol de los García-Blásquez. Y este año, como todos los anteriores, se realizará el Carnaval ayacuchano de los García-Blásquez, donde nos reunimos todas las descendencias, desde el abuelo español hasta los últimos sobrinos que nacen cada año y nos abrazamos y bailamos y nos fregamos y por supuesto, nos desafiamos al campeonato anual de fulbito donde participan los equipos de cada una de las ramas de la familia. El trofeo es una copa hermosa de un metro y medio de alto. Este año nuestro equipo de los descendientes de Enrique García-Blásquez Arriarán nos hemos preparado muy duro para conseguir el título. Esperamos conseguirlo.

No estaría terminando esta historia (tampoco la habría empezado) si de de la unión de Nelly y Genaro no hubiesen nacido tres hermanos cabezas locas y cavernícolas: El Francisco, la Milagros y también el David. Y si con éstos, no hubiera compartido tantas cosas juntos.