miércoles, enero 05, 2005

Códigos Femeninos

Mi prima Luna me contó que hace algunos años, cuando vivía en la selva, la visitó su gran amiga para pasar sus vacaciones. Luna vivía con su novio en una casita rústica, muy propia de la zona; y la gran amiga la visitaba casi a diario. Pero un día que Luna no estaba en casa, se quedaron solos su gran amiga y su grandísimo novio y terminaron haciendo el amor en la misma cocina donde Luna le preparaba los manjares que a su novio le gustaban. Y pasó pues, porque así suceden las cosas, porque los seres humanos son de carne y hueso y sucumben a las tentaciones.

Lo curioso fue que al día siguiente su gran amiga la invitó a un bar y luego del primer sorbo (hubiera esperado siquiera que corran varios vasos no?) le dijo en su cara pelada: “Tu novio no vale la pena, sabes? Ayer me acosté con él y no es la gran cosa”

La pobre Luna no entendió nada en ese momento. “Miamigaminovionoentiendo” habrá pensado desordenadamente mientras salía del bar para deambular sin rumbo por la noche caliente de la selva.

Sin embargo, poco tiempo después, su gran amiga volvió a ser su gran amiga, volvieron a reírse y a emborracharse juntas, pero el grandísimo novio nunca recibió el perdón de Luna ni de la gran amiga. Por el contrario, la amistad de ambas se vio robustecida e inclusive se sintieron más hermanadas que nunca porque la pobre gran amiga había sucumbido, como también a ella le pasó alguna vez, a las garras de la tentación.


Entonces, las grandes amigas, para vindicar su amistad no sólo no perdonaron nunca al grandísimo ex novio, sino que se burlaban de él cada vez que podían y para ello no había mejor tema que el tamaño de su pene y hasta dejaron de llamarlo por su nombre de pila para rebautizarlo como el popular “pichulita de mono”.


Mi Prima Luna es muy sincerota cuando habla, llama las cosas por su nombre y cuando habla, no hay censura que valga para ella. Yo la escucho y tomo nota cuando me explica cómo funcionan las cosas en esas instancias.