sábado, abril 09, 2005

cuestión de pelotas

No sé si lo leí de Georges Bataille o se lo escuché a algún sexólogo, pero esta frase me pareció una máxima irrefutable: Si haces el amor la mayor cantidad de veces, menos posibilidades tendrás para hacer cosas dañinas. Y yo creo que es verdad. Si experimentas placer constantemente, no tienes tiempo ni ganas de empobrecer tu existencia con otras sensaciones que sólo estorban y joden como la envidia, la venganza, la mezquindad. Simplemente no hay cabida.

Si los espacios de tu vida están colmados de sensaciones que te satisfacen no hay motivo para estar peleado con el mundo.

Digan si no es verdad que después de un orgasmo, uno no queda sumido en un trance maravilloso. Uno olvida su nombre, su procedencia y su biografía y lo último que quieres hacer en ese momento es cobrar una deuda atrasada o ajustar una cuenta pendiente. ¿Para qué? Mejor pensamos en mariposas de colores y en los paisajes de Van Gogh y hasta nos podemos olvidar del cigarrillo.

El futbolista y el actor porno pueden ser de los pocos profesionales que podrían trabajar por placer y sin cobrar un centavo. Es más, el resto de mortales hacemos lo que ellos hacen y no nos pagan por hacerlo. Y vaya que lo hacemos de muy buena gana.


Un sociólogo explicaba que el fútbol se ha convertido en la actividad más importante del planeta en el plano social y económico (La FIFA maneja más dinero que la ONU) debido a que el juego de la pelota cubre ciertas demandas de la testosterona de los hombres, quienes refuerzan su masculinidad con un simple partido de fútbol, que no es otra cosa que la representación simbólica de la guerra: defender tus tierras, invadir un territorio y conquistarlo. Una necesidad primigenia que el hombre de saco y corbata todavía arrastra como herencia de los hombres con lanzas y escudos.

Se entiende entonces por qué a los futbolistas les prohiben hacer el amor antes de un partido. No se lo prohiben (como muchos creen) porque les quite energías, sino porque les resta agresividad y violencia sicológica ; que son dos requisitos elementales para un gladiador que va a combatir en un deporte que es la simulación de una guerra.


Por otro lado, la única actividad que podría superar en satisfacciones a la de compartir un encuentro de fútbol con los amigos, esa es hacer el amor. A menos que uno tenga un trauma o una deficiencia física, la actividad sexual con todos sus anexos, debe ser por excelencia la fuente de placer y de vida, principio básico de la filosofía que sustentaban los hedonistas. Un orgasmo es un atrevimiento tal, que es poco menos que un desafío a dios.

Es como dicen los franceses, “le petit mort” (la pequeña muerte) porque durante el trance del amor físico, se escapa parte de nosotros, perdemos algo de nuestras almas, porque uno no sólo hace el amor con el cuerpo, también con el alma; y de alguna manera, los amantes pierden algo de su individualidad cuando se aman. De ambos se forma una energía nueva que no desaparece con el final de la cópula. Los amantes pueden no verse más, pero la energía que crearon sigue ahí, flotando, como un ente nuevo y autónomo que no se desvanece.

¿No es verdad acaso que experimentamos una sensación de vacío luego de un orgasmo? Es el vacío que deja ese pedacito de nuestra alma que se escapa en forma de suspiros y respiraciones cortadas.

Un amante también es un ladrón que se ha llevado parte de tu vida y de tu alma.

Para terminar me gustaría decir que el sexo hace que el tiempo se detenga o que transcurra más lento. Y no es que el sexo quiera cuestionar las teorías de Einstein, pero algo hay de eso. Y no es broma.

De otra manera, no podríamos explicar cómo es posible que una encuesta publicada en una revista tipo cosmopolitan, diga que, cuando las mujeres insatisfechas sexualmente se quejan de la eyaculación precoz de sus parejas, hablan que fue un fracaso porque duró apenas 5 miserables minutos. Las satisfechas hablan en cambio de que su pareja tarda en venirse cerca de 30 minutos.

Absolutamente falso.

Un estudio científico con una muestra de miles de personas arrojó resultados sorprendentes que demostraron que las féminas pierden la noción del tiempo durante el trance amatorio. ¿Saben cuánto es el promedio mundial de tiempo de duración para una relación sexual? Agárrense y compren un reloj, niñas: Apenas tres minutos y medio. Y entre el país con el promedio más largo y el país con el promedio más breve hay apenas una diferencia de segundos.

Entonces señora, señorita, si su novio, esposo o amante dura 5 minutos, debe darse por agradecida ya que es una privilegiada que está sobre el promedio mundial. Y a esas que hablan de 30 minutos valdría la pena explicarles que lo que ven en las películas triple X es resultado de la edición, de cortes y reacomodos y de la toda la magia del cine.

Tal vez sería mejor que dejen la teoría audiovisual y se embarquen en el verdadero apostolado y con cronómetro en mano.