martes, agosto 23, 2005

ARTE

La RAE define: Manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginario con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.

Por su parte, la enciclopedia Salvat expone:
no existe un acuerdo sobre lo que es el arte en cuanto a tal: es decir sobre su esencia, que está presente en todas las artes y permite definir como arte a cierto número de actividades humanas totalmente distintas entre sí.

Definir el concepto de arte en términos específicos sería ceñirle un estrecho corsé que atentaría contra su principio mismo: la libertad. Libertad que el arte usufructúa para crear sin limitaciones de ningún tipo. El arte no puede tener en cuenta restricciones morales, religiosas, ni sociales.

Queda claro entonces que la libertad es patrimonio del arte.

Pero al mismo tiempo y visto desde la vereda de enfrente, esa libertad se puede convertir en libertinaje.

Sin un mínimo de convenciones o criterios establecidos, supondría que cualquier cosa puede ser arte: un trozo de madera sin forma, cualquier garabato de óleo sobre tela y palabras sin sentido colocadas una detrás de otra. Y no es así.

A lo largo de la historia la valoración y el concepto del arte ha ido cambiando. La mimesis (reproducción de la naturaleza) fue formulada por Platón en el siglo III a.C.; luego el concepto de I. Kant en el siglo XVIII, sostenía que el arte no sólo puede ser la representación de la naturaleza, sino más bien su transformación, la realidad es sólo un punto de partida para luego ser transformada. En el siglo XIX, el concepto varía y se sustenta en el arte como expresión del sentimiento: su función ya no es representar el aspecto externo del mundo sino el universo interno del artista. Finalmente, la teoría en el siglo XX destacó el valor del arte por el arte: el arte existe para disfrutarlo como tal y no porque exprese o represente algo distinto. La función del arte es explorar la riqueza de la forma, su unicidad y su complejidad, su equilibrio y variaciones.

El arte escapa de todas las convenciones, excepto de una: la estética. O dicho de otro modo, la belleza. El vocablo arte se emplea en todas las lenguas para designar un objeto determinado o cualquier fenómeno que pueda ser valorado por su contenido estético. Éste es el único patrón para medir el valor de una creación artística, la única herramienta para diferenciar lo bueno de lo malo.

Pero el concepto de estética (belleza) es muchas veces un abstracto que varía de un lugar a otro, su ambigüedad deja abierto un cráter por donde se filtra la mediocridad disfrazada. Y muchas veces las estafas se erigen como las abanderadas; los falsos profetas se disfrazan de cordero y embaucan a los ilusos.

En el artículo de Vargas Llosa, Caca de elefante, el escritor manifiesta su indignación frente al facilismo de los jóvenes artistas, cuya principal preocupación es el relumbrón inmediato, las entrevistas y las fotografías en diarios y revistas, dejando del lado el compromiso con el arte mismo. Los nuevos creadores se alejan de la ética y el rigor en su trabajo, dejando del lado el sudor, la tenacidad y las ambiciones de trascendencia por el facilismo, el escándalo y el inmediatismo.