domingo, noviembre 02, 2003

En las combis esta la cuna de la filosofía moderna

Viajando en una combi he visto una escena que me dejó confundido. El conductor, un tipo de unos 40 años de rasgos andinos estaba acompañado por su familia. Su esposa viajaba sentada a su lado y como cobradora nada menos que su hija. Una muchacha de unos 10 años, de trenzas francesas y ojos grandes. Era claro que debutaba en esas lides porque se hacía problemas con las monedas que sostenía en la mano y pasaba serios apuros con las sumas y restas mentales que debía hacer para dar los vueltos. Sus padres supervisaban su desempeño, mirándola de revés, a través del largo espejo que cruzaba el parabrisas. De vez en cuando, le daban alguna indicación, corrigiendo algo que había hecho mal. Entonces la pregunta surgió solita, ¿Era esa una escena patética de explotación infantil, cometida por inescrupulosos padres que no respetan el derecho de recreo de esa niña, que como cualquiera de esa edad debería dedicar ese tiempo a su recreación? ¿o era una magnifica muestra del espíritu emprendedor de la clase andina, que se contagia de padres a hijos compartiendo el amor por el trabajo, propiciando la unidad familiar y el trabajo en equipo?

Podré terminar en un diván pero hasta ahora no sé cómo entender esa situación. Sólo estoy seguro que no puede ser una reacción tibia. No hay lugar para el termino medio. O es una barbaridad o es magnífico. O es para denunciarlo o para entregarle un premio. Eso, como lo repito, estaba claro. Lo jodido era saber cuál de las dos era la correcta