lunes, agosto 09, 2004

Lepidópteros

Quién iba a pensarlo. Finalmente me convertí en Nabokov.

Y no porque pueda escribir con la maestría del célebre novelista ruso, sino porque acabé convirtiéndome en un epígono involuntario de su afición por la lepidopterología. Estudioso de las crisálidas y sus delicadas evoluciones, el autor de Lolita me ha legado esa vocación por un error de interpretación que paso a explicar ya mismo. Al genio de la lámpara le pedí sólo un deseo: quiero tener el mismo talento que Nabokov tiene para la mayor de sus pasiones, le dije, pensando que me iba a dar el talento para escribir. Quién iba a imaginar que la verdadera gran pasión de Vladimir Nabokov eran las mariposas y no la literatura. El genio se limitó a cumplir mi petición al pie de la letra y me inoculó una desmedida pasión por las mariposas. A partir de ese momento, no hago otra cosa que estudiarlas en sus más diversos aspectos: escudriño su alambicada anatomía, devoro libros especializados sobre su comportamiento y realizo experimentos analizando su reacciones frente a distintos estímulos. He comprado dos cuadernos, cuyas tapas tienen réplicas a escala de los cuadros de Picasso, donde hago anotaciones diarias sobre mis nuevos descubrimientos sobre mis lepidópteros.

Esa es la parte teórica.

Yo prefiero la práctica.

Eso consiste en salir a cazarlas buscando especies de todas las formas y tamaños para aumentar mi incipiente colección. También es verdad que disfruto mucho de este ejercicio y no hay momento más feliz para mi, que aquellas mañanas en las que, vistiendo los clásicos pantalones cortos y con mi red caza-mariposas al hombro, recorro jardines y parques en busca de nuevas especies.

Haciendo un trabajo de cirujano, con una lupa y pequeñas agujas podemos saber si es macho o hembra, e inclusive infertilizarlas para que no tengan más descendencia. Podemos descubrir el secreto de los colores de sus alas y con un poco de empeño y misticismo, podríamos inclusive conocer nuestro futuro escrito en las alas coloridas de esos maquinitas estéticas.

No estaba mal mi nueva afición. Resultó una actividad muy relajante y me mantenía alejado del estrés, cosa que con la literatura me resultaba imposible.

Hasta que conocí a una mariposa en cuyas alas se formaban extraordinarias figuras de muchos colores. Son las alas de una mariposa exótica, la cual en la belleza de sus alas, me ha mostrado mi vida y la historia del universo.

Bellas y esbeltas nadie podría imaginar que antes fueron orugas turbias que vivieron encerradas en su capullo, esperando que el tiempo las redima. Sí , ni más ni menos que eso. Redención. Redención por haber cargado con ese cuerpo desagradable antes de liberarse al vuelo, convertidas ya en una bella criatura, admirada y envidiada, rendida al culto y al terror.