lunes, diciembre 20, 2004

Carmela Bellota

Me fascinas porque nunca dejas a un amigo malherido. Eres perfecta para una aventura de piratas donde hay muertos y heridos, pero pésima para un cuento de hadas con final feliz.

Prefieres leer el “Túnel” de Sábato antes que “El alquimista” de Coelho.

Por eso nunca dejas a un amigo ebrio durmiendo la mona sobre un jardín, y si es necesario, cargas con él sobre tus hombros, cruzas la avenida con tu bulto a cuestas, y no paras hasta dejarlo a salvo en su casa, tocando el timbre y diciéndole a quien abra la puerta que le den café y lo hagan dormir boca arriba. Luego te retiras y caminas calle abajo, encendiendo un cigarrillo y perdiéndote en la oscuridad de la noche por un sendero que se abre paso en medio de árboles de tilo y sus nocturnas sombras de otoño.